sábado, 2 de agosto de 2008

Rito ancestral en Torredonjimeno: Kerastasis


Mitos y ritos son realidades ancestrales escondidas en los repliegues del inconsciente colectivo. Cada época tiene creencias particulares y cada creencia hereda una parte de la cultura precedente transformando los mitos y ritos, adaptándolos a un nuevo vitalismo.
A menudo los ritos religiosos presentan, ante los que saben mirarlos y pueden ver más allá del temor reverencial a lo religioso aunque siempre con respeto, una doble vertiente: Por una parte surge de ellos una motivación histórica, el recuerdo dormido de una realidad olvidada que al mismo tiempo se mantiene presente; por otro lado los ritos representan un modo escondido de enseñanza que al ser practicados hace que el hombre puede entrar en los secretos del Saber al realizar un rito de imitación, para que se produzcan los resultados esperados. Así pues se conoce el cómo, se realiza el para qué produciendo el efecto deseado aunque se ignora el qué como se practicó en el cristianismo primitivo con los ritos que había asimilado de las religiones mistéricas helenísticas a partir del año 313 d. C, cuando el emperador Constantino y el coemperador Licinio establecieron la libertad religiosa en Roma y especialmente más tarde a partir del Concilio de Nicea de 325 d. C. cuando se unificaron los ritos helenísticos que influyen en el tanto en ritual con la nueva religión cristiana proceso complejo que llegó hasta los inicios del siglo VI que permitió divergencias y pluralidad de ritos anteriores pero que fue férreo en lo esencial como la definición de la naturaleza de Cristo en una labor de ceder y tirar, es decir divergencia ritual y unidad teológica.
Después de muchos siglos de practicar ritos de imitación en el cristianismo llegó la crisis religiosa del siglo XX, consecuencia de la Revolución Industrial, y la llamada “Muerte de las ideologías”. En nuestros días ha entrado el mundo occidental en la particularización y privatización de la religión trayendo consigo la adaptación del cristianismo a formas de profesar cultos y sistemas de creencias (mitos y ritos) desde sus mismos orígenes. Así muchos ideólogos han propuesto la idea del retorno del tiempo basado en el mito del “eterno retorno de las cosas” como una forma de oponerse a la teoría científica del progreso para mostrar el desencanto que el propio progreso moderno ha traído.
El hombre posmoderno, muchas veces sin la intermediación de sacerdotes, busca directamente lo sagrado y lo sacro que no encontrará ya en lo trascendente sino en los árboles, en las piedras, en aguas y fuentes, en las montañas, en los productos agrícolas.
Ya casi no se celebra la fecundidad de los campos ni se ruega por las cosechas, sino que se disfruta de los frutos ya recolectados. El Universo dejó de ser una máquina regida por leyes deterministas y es ahora naturaleza viva y disfrute de los productos de la tierra y del propio lugar de nacimiento, volviendo cada año al seno materno original, a los ritos propios de cada sitio como así demuestra el aumento de participantes en el Peso en Trigo de Torredonjimeno a cuya interpretación nos acercamos con gran respeto hacia los sentimientos religiosos de muchos creyentes tosirianos sin ánimo de herirlos sino de intentar interpretar posibles significados de sus antiguas tradiciones.

Carlos Colomo Gómez

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